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domingo, 6 de abril de 2008

Para debatir sobre elecciones 2010: ¿Lo mismo de siempre?




Paralelamente a la propuesta que se plantea para escuchar y dialogar entre las cúpulas o entre dirigentes destacados de partidos políticos y de organizaciones sociales antineoliberales, sobre la necesidad de constituir un frente electoral único para el 2010, deberían ponerse de acuerdo en el Estatuto que permita la participación sin restricciones de las bases de los partidos políticos, de las organizaciones sociales y más importante, de los sin partido, como el primer peldaño que conduce a la conformación de la democracia de participación ciudadana.

Los dirigentes de los partidos y las organizaciones progresistas han intentado, durante más de 35 años, ponerse de acuerdo sobre papeletas electorales coligadas. Con excepción de dos veces de mucho éxito, se fracazó. ¿Por qué no intentar, simultáneamente, permitir, mediante un Estatuto/Padrón-Registro, que los ciudadanos y ciudadanas comunes puedan participar en la toma de decisiones?

El Código Electoral costarricense ha sido conformado, a lo largo de los últimos 50 años, a la medida de las necesidades políticas de la plutocracia neoliberal nacional. Por lo tanto, los mecanismos que ellos han establecido para asegurarse una “delegación pseudo democrática de la voluntad popular” para ejercer el poder político, propician un sistema de partidos políticos que fomenta la corrupción, facilita la manipulación de la voluntad de los electores e impide la participación democrática de los ciudadanos. La evolución de estos partidos políticos arrancó desde el famoso “partido sofá” (de antes de 1960, llamado así porque quienes tomaban decisiones en esos partidos eran cuatro gatos con plata que cabían en un sofá) y luego, mediante reformas electorales amañadas, se consolidó el poder de las llamadas Asambleas Nacionales que eligen un Comité Nacional formado por un presidente, un secretario y un tesorero. Esto es lo que llaman “democracia por delegación o representación”, eufemismo que cae como anillo al dedo para ejercer la plutocracia. La ¿bases ciudadanas? Se dice que en las asambleas distritales se conforman las cantonales; de éstas, las asambleas provinciales y ellas eligen la Asamblea Nacional que nombra el Comité Político Nacional. El presidente es el representante legal (llámese dueño del partido): lo que él no avala, el Registro y el Tribunal Electoral no le da curso. Ese poder absoluto unipersonal propicia la formación de círculos o argollas de “compañeros y amigos” que ejercen el poder con diferentes nombres formales (Directorios, comités, direcciones y amigos del candidato). A partir de allí surge el compadrazgo que se trasmite en la pirámide de poder hacia abajo e impide la participación ciudadana.

La cúpula que controla cada partido burgués no tiene otra intención que asegurarse el usufructo del “poder electoral” (deuda política, diputados, regidores, aprobación de leyes, manejo el presupuesto nacional, elección de magistrados, contralores, etc., control de comisiones de investigación, etc.) y si llega al gobierno, agarrar a Doña Toda para lucrar a lo grande. Por eso los partidos políticos en Costa Rica son legalmente maquinarias electorales y no organizaciones de ciudadanos y ciudadanas electores. Esa es la razón por la que el 40% los electores ya no vota en las elecciones. Del 60% restante, buena parte sucumbe a la eficiencia de las campañas publicitarias que solo la pueden sufragar 2 o 3 “partidos políticos”. Esa es la base y la historia del bipartidismo en Costa Rica. Si preguntáramos cuántos ciudadanos creen que por la vía de los partidos políticos se puede modificar la dirección de la sociedad, la cifra de los que no creen subiría del 80%, pues ni la misma burguesía confía en sus partidos. (Actualmente hay 56 partidos políticos inscritos: 14 nacionales, 14 provinciales y 28 cantonales). ¡Algo huele a podrido en Dinamarca!

Pienso que si queremos impactar en la vida nacional, como electores, debemos luchar por reformar el Código Electoral en el sentido de obligar a los partidos políticos que se inscriban a organizar un Estatuto/Padrón-Registro que permita la participación democrática ciudadana (de masas) como verdadera herramienta para la administración de los poderes públicos. ¿Cuáles podrían ser los elementos de ese Estatuto/Padrón-Registro? Organizar un sistema que permita la participación real, transparente y efectiva de los electores en la organización y uso del poder electoral. Los electores deben elegir a las autoridades locales y nacionales del partido entre su militancia, que debería ser numerosa y bien formada políticamente. Suponemos que si un partido tiene un número de militantes bien formados, superior al 1% del número de ciudadanos inscritos en el Padròn Electoral, seguramente va a producir impacto en la masa electoral. Por ejemplo, si un Cantòn tiene un padrón electoral de 40.000 votantes, 400 militantes bien formados pueden explicar y convencer por lo menos 10 personas y asegurarse 4.000 votos. De esa militancia deben surgir los candidatos a regidores, diputados y la papeleta presidencial en amplias consultas abiertas (elecciones primarias). La militancia debe celebrar los congresos que aprueban los programas de electorales. Esos programas reflejaran la “ideología” o visión del mundo de la masa de militantes. La selección de los candidatos a los puestos de elección popular y los programas electores son resorte de las bases partidarias. Esa sería, lo que podríamos llamar, la reforma electoral necesaria.

Con este razonamiento como referencia, pareciera recomendable iniciar conversaciones de aproximación entre partidos y organizaciones sociales antineoliberales para conformar una gran coalición electoral -que es la única modalidad que permite el Código Electoral actual- y al mismo tiempo, considerar la posibilidad de redactar un Padrón Registro que permita la participación de los partidos coaligados, amplia participación de los sin partido y miembros de las organizaciones sociales, de manera se sienten las bases reales para la organización de las Gran Convención Nacional de la Coalición Antineoliberal.

Hoy por hoy, la tarea prioritaria de todas y todos pareciera ser la alfabetización política popular para ampliar la base militante antineoliberal organizada como una fuerza popular y progresista. Un movimiento para la formación de redes para alcanzar el objetivo estratégico de combatir y derrotar el Proyecto Neoliberal. En la militancia del movimiento debe existir una pluralidad real, concreta, practicante, que asegure el alcance de ese objetivo mediante la unidad en la acción, de tal manera que el movimiento sea una “representación de la pluralidad ideológica antineoliberal que existe en la coyuntura actual”.

El movimiento de comités patrióticos fue la expresión del pensamiento plural antineoliberal, especialmente en las 6 semanas antes del Referéndum, que hizo posible la gran concentración del Paseo Colón. En ese fenómeno se desdibujaron los líderes y las cúpulas formales. Fue un movimiento de la periferia hacia la concentración que no le reconoció liderazgos a nadie. Esto es lo más parecido a un partido de masas.

Si los dirigentes de las formaciones políticas mayores antineoliberales (PAC, FA, PASE y por lo menos 40 de los 56 partidos políticos inscritos) y las organizaciones sociales se pusieran de acuerdo sobre una sola papeleta presidencial, aún cuando no hubiera acuerdo de unidad para elegir diputados y munícipes, ya se habría dado un paso de gran trascendencia pero no se resolvería el problema por el fondo. Sería una victoria electoral carente de soporte popular conciente. Se requiere que un partido y, mejor aún, que todos se organicen para estimular la alfabetización política de los y las ciudadanas, para que el pueblo organizado pueda participar en el ejercicio del poder político para construir la sociedad de todos y para todos.

Rodrigo Gutiérrez Sáenz

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